jueves, 27 de diciembre de 2012










Lorenzo Lechuga, mi querido camarada
 “ han pasado dos años ”

Tus dieciséis correos remitidos en los siete últimos meses previos a tu despedida son un tesoro del que nunca me desprenderé,  pues como bien me decías “nuestras ideas y valores no cotizan en bolsa y son los responsables de nuestro compromiso y apuesta por lo difícil en este mundo de mediocres e instalados

El primero me llegó un 28 de abril del 2.011 para mi sorpresa. En él  te situabas    como un seguidor y lector junto a tu ejemplar y maravillosa compañera y esposa María Montoya, no creyéndomelo, pues yo sí que de referencias sabía de tu ejemplo de lucha en nuestra querida Melilla, de tu largo y angosto periplo clandestino hasta encontrar liberadas las cadenas de ese régimen que anuló y sesgó tantas esperanzas de justicia y libertad. Me contabas en respuesta a un artículo que tu padre te llevó con nueve años al Perelló a ver a Martínez Barrios y canté leyéndote al unísono  el serenos y alegres, valientes y osados cantemos soldados el himno de la libertad”.

No, no voy a seguir descontextualizando el contenido de cada uno de ellos, por respeto profundo a confesiones, reflexiones personales y complicidades que nos han unido para siempre, siendo para este díscolo y controvertido opinante un privilegio y por siempre referente, amigo Lorenzo. No voy a situar tu pensamiento joven, revolucionario e indignado como el que más, tus ganas de vivir y lo mucho pendiente que te ha quedado por hacer ,pues como bien me has hecho compartir “nuestras ideas, a pesar de nuestros tropezones, vivirán  con nosotros”, y yo te digo que en lo que me quede de trayecto daré cumplida proyección consciente de los obstáculos, no aceptando derrotas que fortalecen nuestro sentido de vivir y levantando el puño cuando sea necesario, pese a quien pese.

Ya sabías, ya sabíais tú y los  compañeros panaderos de tu lozanía, que en el presente y en el futuro la lucha continuaría, que el obrero tenía y tiene más necesidad de respeto y dignidad que de  ese pan diario en esas noches de complicidad y sueños con cambiar el mundo.
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Con reiteración me has animado a seguir escribiendo, a situarme en esta realidad de intereses pactados y sumisiones voluntarias que rechazo. Me has animado magistralmente, como un padre recordado a veces, a no decaer y a levantarnos, a que siguiera despertando vuestras inquietudes y memoria, porque os sentísteis rejuvenecidos por instantes  y ello ha sido mi mayor gozo, mi amistad y vuestro cariño por siempre.

Fuiste muy consciente de que el poder político, hoy secuestrado por la Economía, se agachaba ante el oprobio de segmentar y anular nuestro sentimiento  de clase. Y es que los desposeídos, apreciado Lorenzo, como decía Marx, tenemos más razón que nunca y que en el ayer para seguir aspirando a un mundo mejor, un mundo por construir y donde la memoria vuelva a sonreír superando el olvido y la derrota, tribulando  tus historias, tus pasiones.

No puedo saltarme, no puedo obviar después de releídos tus escritos de respuesta a artículos que os motivaron, tu, vuestra apuesta y confianza en la juventud, los que tienen en sus manos y mentes convertir en cercana la utopía de un mundo mejor y a semejanza de los comprometidos y superadores de parias, hartos y faltos, dualidad o trilogía a superar. No puedo dejar de reconocer tu vitalidad en su momento e indignación controlada, experiencia y extraordinaria humanidad. Melilla, nuestra tierra, nuestra gente es un tesoro, su pluralidad que considerabas esencial, nuestra base para una convivencia que ha de acercar e igualar necesidades, donde la libertad rompa con ataduras de inconsciencia y servidumbre, ¡ cuánto de bueno, cuánto de grande, camarada, amigo !

 No queda tan lejos ese escrito tuyo, en ese primero de Mayo del 2.010 donde  sentenciabas que nos “quieren arrebatar nuestra principal virtud,  la solidaridad. Tú sí que le has dado a esta vida, a tú compromiso valores, plenitud, irradiándolo, sembrando, contagiando rebeldía , cercanía, respeto  y humanidad.

Vuelvo a confesar y  situarte una promesa incumplida que me pesa. Nos conocimos sin vernos presencialmente, deseándonos un encuentro pendiente que no se produjo por tu cambio de dimensión que no distancia. Cuando vea y así espero a año pasado, a tu compañera María y a tu hijo Antonio Lorenzo, mi abrazo lo será redoblado y te sentiré más cerca realizando mi débito emocional que me embarga en estos momentos de pantalla, renovando mi aprecio y mi recuerdo.

 A Sandra, vuestra sobrina expresarle que ayer retomé de nuevo  y me emocioné sobremanera al leer “Después de lo pasado, vivencias de los actuales días”, que es y ha sido un ejemplar conquistador y aleccionador de conciencias, que lo vivido para orgullo nuestro alumbrará nuestras identidades, que Lorenzo permanece más allá de este trance, que no hay ni habrá quien apague su llama.

Yo no me resigno al olvido y deseo  próximos encuentros, otros abriles republicanos, otros cantos a la libertad. Lo sembrado y caminado…

Algún día Pedro, te dejaré el libro  Casas Viejas del crimen a la esperanza”…seguiré añorando ese encuentro. Pero, no esperé leído y bien reflexionado está, compañero.

 Lorenzo, no dudes seguiré dando cuerpo a lo que alimenta nuestro sentido y apuesta, un honor haberte compartido, mi sentido abrazo, mi reconocimiento, pasados  dos años, un bienio de tu marcha física que no  conciencia y gallardía.

Pedro Gallardo, Ciudadano

(Reactualizado 2.013)

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