sábado, 10 de marzo de 2012


Mi amigo el lotero, un ser que merece,  dignidad
Tengo un amigo, un encontrador de horas tempranas de la  mañana del Real que se llama Said. Trabaja entre preparación de jornada, curro y despedida un mínimo de doce horas para llevarse a su casa, doce o trece, o catorce euros y así contribuir  al sustento de la prole, a la  avanzada en esta vida de obstáculos para tantos.

Sus números de la  Caridad son llamativos, el abuelo, el pimiento, el viaje, y la madre que los parió pues son un centenar más  que llegan al diez mil. Cada mañana su sonrisa leal, real o forzada me encandila y me hace sacar del monedero  mi contribución a la causa, a la causa solidaria, a la causa de tantos, a los encausados que quieren tener algo más que nada, una ilusión, una seguridad presente, un mañana mejor, caminos para vidas que buscan su no se qué, su libertad, sus codicias o reales disfrutes, esperanzas y  franquicias, a veces sin saber de que.

Y ustedes, y vosotros diréis, ¿Qué coño nos cuenta Gallardo el contrapunto  y de qué va este personaje?, y yo contesto, que no quiero molestaros con tanta semblanza de proximidad, pero es que me siento uno de ellos, pueblo, necesitado,  ilusionado, esperanzando en esperas  e inciertos avatares, con gotitas de bondad o de maldad, fácil y expansiva, lucha y dudas de la solidaria Caridad mañanera y  repartidora de accesos a panes y peces, sin bienaventuranzas que suenen, sentidas y deseosas del jantar y  ser de la norma, de esa igualdad que se nos resiste compartir  en equidad, meridiana, transparente o  de longevidad esquiva y nada poderosa.

 Y es que, cuando respiro, cuando salgo, miro ,observo, comparo, compro o no compro, resisto o embisto, embeleso o despisto... verbalizo según para quien y en dónde y cuándo, supero timideces y frenos de vieja edad añeja por llegar. Es que me interesa y me llega compartir vivencias con quienes anónimos, viven o lo desean, luchan y van saliendo de tanta  estrechez, injusticia y abandono, seres humanos, proyectos pendientes, a los que como mínimo les debo, me debo  actuar con sinceridad y humildad nada genética, mamada, sentida, abanderada de mis nobles o plebeyas convicciones.

 Said, eres uno de los siete mil millones del mundo mundial, y yo  no llego a tantos, pero tu ejemplo me llega y este escribano, ni corto ni perezoso, te hace protagonista de estas letras, que no se donde llegarán pero que sepas que al margen de su publicación, lectura o cansancio en miradas de ocasión , temporal o de café al igual sacarinado, yo aprecio, te respeto y  clamo al cielo por vuestra, por tu cumplimiento de anhelos y deseos próximos, pues no puedo renunciar a decir y expresar lo que siento, al margen de  los momentos, expresando que te conste sentimientos, interiores , sentidos, nada vacuos, irredentos. 

Insisto, me dirán algunos  el porqué de mi fijación repetida en personajes  lugareños, en actores del día a día, en proximidades o distancias a cada cual. Por respuesta, soy lo que siento, hago lo que me dicta mi conciencia, quiero a quien me quiere, necesito ser y dar, mientras otros se  mueven en otras latitudes, no reprochándoles la cita con el tiempo y como lo viven y disfrazan , por distintos, por geniales con gotitas como yo y convencido, por  cómodos y el que me dan.

 Y es que no hay camino para quien no quiera recorrerlo, no lo hay para perversos, faltos de ilusión rebelde, y necios. No acepto diatribas con necios, charlatanes y silenciosos, que solo ven el mal en quien les toca privilegios de sumisión y desprecio a ser uno mismo.

 La dignidad, el respeto que se merecen los Said  del mundo es tal que   difícil lo tienen la jactancia de tenerla, ejercitarla sin saber qué coño eres o a quien te debes, llamándote a ser tú, y mi salud de despedida, pues lo cortés no quita lo... y ( seguro que lo sabías) , llamándome la parienta a cumplir con pactadas sensaciones...y claro, a ello me debo o aspiro, mientras uno pueda, chachi. ¿ Haré pleno ?, pues ya te lo contaré morena o morenazo, cuestión de días y aciertos, si salgo besos y flores, mejor silvestres, visitadas y deseosas de agradar.

Pedro Gallardo, Ciudadano





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