Tengo un amigo, un encontrador de horas tempranas de la mañana del Real que se llama Said. Trabaja
entre preparación de jornada, curro y despedida un mínimo de doce horas para
llevarse a su casa, doce o trece, o catorce euros y así contribuir al sustento de la prole, a la avanzada en esta vida de obstáculos para
tantos.
Sus números de la
Caridad son llamativos, el abuelo, el pimiento, el viaje, y la madre que
los parió pues son un centenar más que
llegan al diez mil. Cada mañana su sonrisa leal, real o forzada me encandila y
me hace sacar del monedero mi
contribución a la causa, a la causa solidaria, a la causa de tantos, a los
encausados que quieren tener algo más que nada, una ilusión, una seguridad
presente, un mañana mejor, caminos para vidas que buscan su no se qué, su
libertad, sus codicias o reales disfrutes, esperanzas y franquicias, a veces sin saber de que.
Y ustedes, y vosotros diréis, ¿Qué coño nos cuenta Gallardo el contrapunto y de qué va este
personaje?, y yo contesto, que no quiero molestaros con tanta semblanza de
proximidad, pero es que me siento uno de ellos, pueblo, necesitado, ilusionado, esperanzando en esperas e inciertos avatares, con gotitas de bondad o
de maldad, fácil y expansiva, lucha y dudas de la solidaria Caridad mañanera
y repartidora de accesos a panes y
peces, sin bienaventuranzas que suenen, sentidas y deseosas del jantar y ser de la norma, de esa igualdad que se nos
resiste compartir en equidad, meridiana,
transparente o de longevidad esquiva y
nada poderosa.
Y es que, cuando
respiro, cuando salgo, miro ,observo, comparo, compro o no compro, resisto o
embisto, embeleso o despisto... verbalizo según para quien y en dónde y cuándo,
supero timideces y frenos de vieja edad añeja por llegar. Es que me interesa y
me llega compartir vivencias con quienes anónimos, viven o lo desean, luchan y
van saliendo de tanta estrechez,
injusticia y abandono, seres humanos, proyectos pendientes, a los que como
mínimo les debo, me debo actuar con
sinceridad y humildad nada genética, mamada, sentida, abanderada de mis nobles
o plebeyas convicciones.
Said, eres uno de los
siete mil millones del mundo mundial, y yo no llego a tantos, pero tu ejemplo me llega y este
escribano, ni corto ni perezoso, te hace protagonista de estas letras, que no
se donde llegarán pero que sepas que al margen de su publicación, lectura o
cansancio en miradas de ocasión , temporal o de café al igual sacarinado, yo
aprecio, te respeto y clamo al cielo por
vuestra, por tu cumplimiento de anhelos y deseos próximos, pues no puedo
renunciar a decir y expresar lo que siento, al margen de los momentos, expresando que te conste sentimientos,
interiores , sentidos, nada vacuos, irredentos.
Insisto, me dirán algunos
el porqué de mi fijación repetida en personajes lugareños, en actores del día a día, en
proximidades o distancias a cada cual. Por respuesta, soy lo que siento, hago
lo que me dicta mi conciencia, quiero a quien me quiere, necesito ser y dar,
mientras otros se mueven en otras
latitudes, no reprochándoles la cita con el tiempo y como lo viven y disfrazan
, por distintos, por geniales con gotitas como yo y convencido, por cómodos y el que me dan.
Y es que no hay camino
para quien no quiera recorrerlo, no lo hay para perversos, faltos de ilusión
rebelde, y necios. No acepto diatribas con necios, charlatanes y silenciosos,
que solo ven el mal en quien les toca privilegios de sumisión y desprecio a ser
uno mismo.
La dignidad, el
respeto que se merecen los Said del
mundo es tal que difícil lo tienen la
jactancia de tenerla, ejercitarla sin saber qué coño eres o a quien te debes,
llamándote a ser tú, y mi salud de despedida, pues lo cortés no quita lo... y (
seguro que lo sabías) , llamándome la parienta a cumplir con pactadas
sensaciones...y claro, a ello me debo o aspiro, mientras uno pueda, chachi. ¿
Haré pleno ?, pues ya te lo contaré morena o morenazo, cuestión de días y
aciertos, si salgo besos y flores, mejor silvestres, visitadas y deseosas de
agradar.
Pedro Gallardo,
Ciudadano
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