Quiero pensar que la
corrupción no debiera tener fronteras ni colores, que debiera ser perseguida
con celeridad y ejemplar tratamiento, que ya está bien de tanto vividor y
aprovechado de sus amistades, intereses y oscura conciencia si la hubiese.
Recuerdo, recuerdo y siento a mi admirada Joan Baez,
llamándonos en años de entrada en madurez a pelear por acabar con ella, a
denunciar la podredumbre, al peligro de al no hacerlo formar parte y arte en ella,
por acción u omisión. Es una realidad
deplorable y no son sensaciones que la sociedad se va formateando conformista,
laxa, aceptando por impotencia que esto no hay quien lo remedie, campeando el
“todos son los mismo”, injusto y anulador de gente de bien que está en la
política para servir y por valores.
Hay ,muchos vasos sucios derramando corrupción a espaldas del
pueblo y con la connivencia de quienes
desde responsabilidades políticas, sociales, económicas sangran lo que es de todos, situándose en paraísos
de terquedad , evadiendo, robando, malversando ante una estructura de poderes
que renquea y hace la vista blanda, justificando el no se que...
Bernanos también nos lo recuerda, cuando considera injustificable que “ el fin
justifique los medios” para conseguir lo que no es de recibo. Campea el
nepotismo, la chulería, el a inflarse que son tres días o ni eso, pues con una
buena fianza, una acertada e influyente
defensa y cobertura del clan, esto es coser y cantar, y recoger los frutos. La
congregación de solitarios en potencia, los clamores del bar como bien llamase
Gil e Biedma, expresan desazón, cabreo y
exigen lo que no llega y se repite en los medios, casi a diario. Y es que
Herbert, bien cierto es que la corrupción es carnavalesca, presentando infinitos
disfraces, metamorfoseándose, reproduciéndose en larga lista de aspirantes y
ejecutores de cuello blanco, adalides del cinismo e hipocresía que les
retroalimenta y da alas en este cielo donde tan poco se estrellan.
Hay muchos Matas en
este patio patrio, muchos mataillos de salón, muchos trajes por ofertar e
influencias que pagar. La sociedad que
conformamos porta inherente esa mala semilla y padece sus indignos frutos, está
instalada y mal tratada por quien tienen la obligación de cortarla.
A la clase política
que no casta le corresponde, al poder judicial actuando como le corresponde
liberado de presiones y controles de siglas, a nosotros exigirlo y penar en las
urnas a quien se queda en las palabras y promesas, pues el enquistamiento
apesta.
Y es que no puedo decir que estoy en desacuerdo conmigo
mismo, querido Groucho, aunque nunca olvido ciertas caras, caras de falsos y
pervertidos, correas, bigotes y aduquesados que procrean; es que se me resiste el lenguaje ordinario para
expresar lo extraordinario reconociendo no me conoce Shopenhauer, pues que más
quisiera uno en este noble arte de transmitir tus inquietudes en contraste o
compartir.
Ahora en tiempos de campaña, se les llenan la boca de promesas y acciones que luego no
cumplirán y lo malo del sistema es que al cabo de cuatro años, aquí no pasa
nada, no hay responsabilidades que
pagar. Por eso el ver para creer como
estamos viendo, padeciendo y el entonar el mea culpa digo yo, pues algo de ella
tendremos por tropiezos o aventuras de tortuoso camino. Que cada cual agarre su
vela, yo ya me encargo de tener la mía bien iluminada, con humildad que
satisface expresando mi verdad para entorpecer el triunfo fácil de tanta mentira y engaño permitido
.
Y es que me gustan y
contemplo los árboles vestidos de silencio, es que este no es mi momento de
silencio, putos vividores, ¡ si yo tuviera poder y os juzgara ¡. Mi sed buenos para otros que me
consta lo son y mi abrazo.
Pedro Gallardo, Ciudadano
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