sábado, 26 de mayo de 2012


 

No, no soy juglar y no me pesa

No, no soy juglar de nadie ni de nada y no me pesa. Los mesteres lo  hago menesteres personales y me los curro a mi libre albedrío a veces de difícil contención, sin atisbos de chulería, simple sentido del ver y del sentir, chachi que es uno en mi espejo de la vida.

Y es que si la realidad interesada que nos circunda no me gusta, me rebelo, dándole sentido a mi vida, pues regalo otras realidades, en función de mis poderes, hoy  pendientes de difusión y el todo llegará como hormiga de la libertad, como ser que te acecha, generoso, díscolo e irreverente.

Yo no le tengo miedo al miedo, admirado Wilde; yo me tengo miedo casi a hurtadillas y cuando me reconcilio con él, soy luz que irradia juventud  pues los hielos lo calman todo, al menos en mi mundo de contrastes y deseables influencias, y mi modestia, y no te dejes llevar, siendo tú y tus dudas cartesianas.

No me siento desintegrado, me siento integrado en una síntesis falsa, en una sociedad que no tiene  identidad, que se llama y orgullece  de lo que no es, que adolece de moralidad humanizada, pues los duales del mal y del bien, todavía buscan su sentido, camino de la fe irrazonable, de esa fe que traga quina y mezquinas incomprensiones.

Y es que cuando Eva se dejo llevar por sus inclinaciones, ese creador la traicionó y castigó en injusta demasía, pues ella solo  era un instrumento y dio cara al invento de esa creación que se proyecta y es presente. Para mí sigue siendo madre de los sencillos, evolución de mis sonrisas y tristezas sin saldo, auténticas, nacidas de mi  yo y trajes de ocasión, según el qué y para quienes.

Claro, claro que no quiero que nos martiricen, que no  nos esclavicen los látigos del desamor, sin necesidad de vivir embriagados por un odio que no he parido ni gestado. Quiero seguir con mi poesía asonante y mis intentos de vencer esa apatía momentánea que nos  llama a lo fácil y a la desmovilización. No necesito se me reconozcan los derechos al desorden que me  ordeno a mi manera; no necesito mi dicten cuando he de marcharme de esta terrenal vivencia, pues me lo como y me lo guiso yo, de momento, controlando mi gerundio, avistando paisajes de policromía.

Y me dicen mis poetas y pensadores de esa minoría reconocida tarde y mal, que no que me en el fuego, que sentiré el efecto de las llamas en mis carnes, pero que  aprenderé a no quemarme, eso si después de la primera, o enésima vez del cesto de las ocasiones ya vividas. 

Yo sigo caminando amigo de la ignorancia a la que llamo a ir a la escuela para ennoblecer a tanto hermano necesitado de ser conocido y dotado de esos conocimientos que te liberan y hacen dueño de ti mismo.  Avanzo irremediablemente hacia “ el ser más calvito  con la avanzada experiencia de la vida pero cada vez más limpito de ideas y de intenciones ”. Pero es que mi ignorancia me hace compartir lo poco que sé con mis semejantes pues mis alforjas me las quiero llevar vacías, vacio entonces hoy de plenitud, y mil gracias a mi maravillosa dedicación “ enseñar lo aprendido y el nada regalado, sabiendo lo que cuesta acceder y los frenos a lo fácil e interesado”.

Y despidiéndome, me dicen mis contertulios de bar de proximidad mañanera, ¡ Gallardo haz un librico de lo mejor de tus 444 cumplidos hoy presente en estos dos años de opinar en tu ansiado regreso melillense !, y me llena, y me río y me digo , cómo y cuándo encontraré a ese mecenas del pueblo que me ampare... qué bonito sería, no se si lejos de mi alcance, pues en mi Tolkia idealizada, ya me conocen, ya me publican y soy  el contrapunto de cafés y lecturas de prisas, tostadas al par, estando por ello, agradecido. Lo dicho que mi salud para todos, dejándome contagiar de vuestra autenticidad, y es que veo que me lees, mi abrazo.

 No, no soy juglar, y no me pesa, pero al  igual me lo pienso  y sabe dios...



 Pedro Gallardo, Ciudadano

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