jueves, 29 de diciembre de 2011

LORENZO LECHUGA,QUERIDO CAMARADA








Lorenzo Lechuga, mi querido camarada

Tus dieciséis correos remitidos en estos siete últimos meses son un tesoro del que nunca me desprenderé,  pues como bien me decías “nuestras ideas y valores no cotizan en bolsa y son los responsables de nuestro compromiso y apuesta por lo difícil en este mundo de mediocres e instalados" 

El primero me llegó un 28 de abril para mi sorpresa. En él  te situabas    como un seguidor y lector junto a tu ejemplar y maravillosa compañera y esposa María, no creyéndomelo, pues yo si que de referencias sabía de tu ejemplo de lucha en nuestra querida Melilla, de tu largo y angosto periplo clandestino hasta encontrar liberadas las cadenas de ese régimen que anuló y sesgó tantas esperanzas de justicia y libertad. Me contabas en respuesta a un artículo que tu padre te llevó con nueve años al Perelló a ver a Martínez Barrios y canté leyéndote al unísono  el “serenos y alegres, valientes y osados cantemos soldados el himno de la libertad”.

No, no voy a seguir descontextualizando el contenido de cada uno de ellos, por respeto profundo a confesiones, reflexiones personales y complicidades que nos han unido para siempre, siendo para este díscolo y controvertido opinante un privilegio y por siempre referente, amigo Lorenzo. No voy a situar tu pensamiento joven, revolucionario e indignado como el que más, tus ganas de vivir y lo mucho pendiente que te ha quedado por hacer ,pues como bien me has hecho compartir “nuestras ideas, a pesar de nuestros tropezones, vivirán  con nosotros”,y yo te digo que en lo que me quede de trayecto daré cumplida proyección consciente de los obstáculos, no aceptando derrotas que fortalecen nuestro sentido de vivir y levantando el puño cuando sea necesario, pese a quien pese.

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Con reiteración me has animado a seguir escribiendo, a situarme en esta realidad de intereses pactados y sumisiones voluntarias que rechazo. Me has animado magistralmente, como un padre recordado a veces, a no decaer y a levantarnos, a que siguiera despertando vuestras inquietudes y memoria, porque os habéis sentido rejuvenecidos por instantes  y ello es mi mayor gozo, mi amistad y vuestro cariño por siempre.

No puedo saltarme, no puedo obviar después de releídos tus escritos de respuesta a artículos que os motivaron, tu, vuestra apuesta y confianza en la juventud, los que tienen en sus manos y mentes convertir en cercana la utopía de un mundo mejor y a semejanza de los comprometidos y superadores de parias, hartos y faltos, dualidad o trilogía a superar. No puedo dejar de reconocer tu vitalidad en su momento e indignación controlada, experiencia y extraordinaria humanidad. Melilla, nuestra tierra, nuestra gente es un tesoro, su pluralidad que considerabas esencial, nuestra base para una convivencia que ha de acercar e igualar necesidades, donde la libertad rompa con ataduras de inconsciencia y servidumbre,¡cuánto de bueno, cuánto de grande, camarada, amigo!

He de confesarte una promesa incumplida que me pesa. Nos hemos conocido sin vernos presencialmente, deseándonos un encuentro pendiente que no se ha producido por tu cambio de dimensión que no distancia. Cuando vea y así espero a tu compañera María y a ti hijo Antonio Lorenzo, mi abrazo lo será redoblado y te sentiré más cerca realizando mi débito emocional que me embarga en estos momentos de pantalla. A Sandra, vuestra sobrina expresarle que ayer me emocioné sobremanera al leer “Después de lo pasado, vivencias de los actuales días”,que es y ha sido un ejemplar conquistador y aleccionador de conciencias, que lo vivido para orgullo nuestro alumbrará nuestras identidades, que Lorenzo permanece más allá de este trance, que no hay ni habrá quien apague su llama.

Yo no me resigno al olvido y deseo  próximos encuentros, otros abriles republicanos, otros cantos a la libertad. Lo sembrado y caminado…

Algún día Pedro, te dejaré el libro  Casas Viejas del crimen a la esperanza”…seguiré añorando ese encuentro.

 Lorenzo, no dudes seguiré dando cuerpo a lo que alimenta nuestro sentido y apuesta, un honor haberte compartido, mi sentido abrazo, mi reconocimiento.

Pedro Gallardo, Ciudadano

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