Ando yo aunque estoy bien aposentado en sillón giratorio,
ando yo postrado, debilitado en términos físicos y de interiores defensas neutralizantes de
tanto microorganismo ambiental, resistentes , adaptados y a tocarte la moral, que se encierra en sus
bastiones de pacífico guerrero.
Por qué será que una recaída a cierta edad, te afecta tanto,
recordando esos años de mozalbete en que te comías medio mundo dejando el otro
para la panda. Te duelen hasta las pestañas, los huesecillos hasta
cartilaginosos. Moqueas cual catarata bi o uni gravitaria según le
venga en gana a ese ejército de microtanques, ávidos de devorar lo que al paso
les saliere corriendo el paperamem arrulado,
a ocupar volúmenes de papeleras estratégicamente situadas.
Estornudos repetidos, inesperados, velillas intermitentes,
aguaceros o viscosas columnillas de
caracol imitado. Toses, picores de garganta, olla de silbidos de bronquios
excitados... y lo que más place, aparcando que es gerundio el cigarrillo, mi
locura de amor, mi amigo a aparcar , no se cuando ni como ni donde, pero a
llegar, irremisible verdad, de este débil marlboriano, tocadillo, ora pendiente
del acontecimiento del mes, del dios
Messi y fortalecer la dominancia interpartes, ¿ o nó, mis admirados rivales de ilusión bien situada?
Eferalgan diluido,
Utabón que descongestiona, Foster
inhalador, sin dejar de lado, lo habitual para un dislipémico en carga heredada, tensión a controlar, no
pasarse del pelotazillo emotivo y sugerente, de momento ¡ nones Gallardete!, a
cuidarse mi amigo, que somos dos inseparables, como uno, siendo uno, a veces
dos, por conciencia avizor que no cobra emolumentos, que juega su rol, que
equilibra desmanes, excentricidades circuncéntricas, o me aparta de vasallos y
peloteros de ocasión.
No quiere ir a los
finales, sin hacer referencia a es juez murciano que no considera denigrante
golpear en la boca a una esposa, y en un lapsus mental circunstancial no puedo
dejar de pensar, en mis ganas de darle un sopapo morrocotonudo a semejante interpretador de leyes y escanciar de
injusticias. Se que son efectos de las décimas de fiebre vespertina en este
anochecer en clavada octava hora, hora para otro churriagazo contenido
salvándose el papel por no uso y pantalla
toa blanquita, de líneas que me piden , ese final, ese que llega. Y
claro, mi salud para todos, pero permítanme que me queda con un poquito más de
reclama, por pura necesidad. Mañana será otro día y esto evoluciona, espero con
ganas de seguir recordando a Cataplasma, y a Pozi de Andalucía, genio de sus
verdades. Que haya encontrado su merecido lugar, la sonrisa interdental
peculiar y liberada, en viaje ilimitado en siderios, de momento , sin
hiopotecar.
Pedro Gallardo, Ciudadano
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