¡Qué gobernantes, qué país!
Estamos en recesión. Las rentas del trabajo de los que
trabajan, cada vez menos, las clases medias y cuarteadas cargan sobre sus
hombros la pesada losa. La renta básica de emancipación se ha emancipado sin
que muchos jóvenes nini y mininis la hayan conocido, oído o disfrutado. Las
becas tocan a mérito académico y a discrecional aplicación, siendo una falacia
la igualdad de oportunidades, demagogia, canto de sirenas que no encuentran un
Ulises u Odiseo al que camelar.
Trabajar y ser mamá, maternidad o trabajo se hace más
difícil. La jornada reducida o limitada están sujetas a limitaciones
cardinales. La ley para la dependencia congelada y con parálisis efectiva, a
esperas haya un copagazo, modelo atención sanitaria y se convierta en limitada,
selectiva, testimonial para los que no se atrevan a gozar de su bien ganada
esperanza de vida, pues vivir a ciertas edades, apreciados amigos, no sale a
cuenta, no sale a cuenta, no sale,no...
Las energías renovables se seguirán estudiando en los libros
de texto, lo eólico, mareomotriz, geotérmico, no contaminante, qué bien suenan,
pero eso, suenan y nada más. Una nueva ley sustitutiva de la actual de costas,
urbanizará fantasías naturales de nuestro litoral y habrá menos protección
pero, dícese, se revitalizarán los mercados, esos que mueven nuestros hilos y
oligopolizan déspotas y mentes serviles a
un neoliberalismo que teme ante un ciclo que se les escapa. Y lo saben y
reaccionan con políticas que protegen sus inquinos intereses.
España en el exterior es menospreciada sin que actúe “ desatinos o el mierda al que acusó el reaccionario Don Reverte ”.Y me pregunto, donde andan Don Mariano. Margallo y Cía, ¿
porqué quienes defienden sus intereses nacionales son los que dañan los nuestros ?, ¿ hasta que punto nos es legítimo
cuestionarles su destino e independencia?, preguntas, preguntas que se salen
del guión y te hacen escuchar el “ eres poco patriota”, por suerte superado.
Aquellos que ahora proclaman la bandera de la austeridad,
derrocharon hasta la saciedad en sus autonomías de azul y venden el déficit
cero como la salvación y la panacea de la excelente gestión, disfrazando los
ingresos y gastos en como se priorizan las partidas, hoy menos sociales,
menos universales, recortes, recortes,
elegías y serenatas que nos dejan ver una realidad que han forzado equivocados
cheques en blanco de un pueblo con falta de conciencia democrática y verse en
el otro, pues los espejos engañan.
Ahora resulta que una sentada, una concentración, una
manifestación distorsionan, pueden ser delito y ancestrales aires mustios de
autoritarismo nos impregnan el ambiente y sesgan derechos consustanciales al
ser, en democracia y libertad. Martin Luther, Gandhi, Rosa Parks, y tantos nos
siguen llamando a la resistencia pasiva y pacífica, por mucho que nos quieran
aplicar una violencia que genera el establisment de turno y sus empecinados
objetivos de desacreditar a todo aquello que se mueva o salga del guión.
Ahora toca
desacreditar al movimiento sindical, atomizarnos más, desprestigiar, dividir,
temiéndome de sus ansias no confesas de ilegalizar por molestos, desfasados...
y que caigan como otro muro de Berlín, expresión de desacierto de Esperanza, que se mofa de la historia que
no quiso compartir por otras añoranzas y adalides desalados.
Semblanzas, escenas de
mi país, qué país, qué gobernantes, pero esto continua, reclamando entre otros
y no es pedir mucho, el derecho a ponernos enfermos en verdad de la buena.
Salud, salud mental que falta hace.
Pedro Gallardo, Ciudadano
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