La fuerza de una respuesta, esperada
No, no he llorado por no haber perdido la luminosa vista del
Sol del mediodía desde mi ventana. He llorado en el atardecer esperando a las
estrellas, guiadas por ese lucero de la mañana, la mensajera de la respuesta esperada,
el sosiego en este casi sexagenario,
cómplice de la señora tristeza por momentos, lección de fortaleza, bella por
momentos.
El ¡ hola!, ¿ tiene hora? Y el “perdone no recuerdo el nombre de la calle”, no han tenido
protagonismo y me alegro, no se si por iluso o por admirador del concepto de
felicidad triste de nuestro amigo Mario, el gran Benedetti, que arropa en tu
refugio el ¡levántate y anda compañero!,
y así hago.
Sophie Zelmani, ese ángel no me ha dejado estar y sentirme
solo, compartiendo su terrenal “Dreamer”.
No me he considerado necio por decir lo que pienso, rompiendo rigores y normas
y por ello incomprendido, agradecido, emergente o desaparecido sin razones.
Gracias a mis amigos de la Tolkia feliz que te animan a seguir siendo tú y a cambiar
el ritmo imparable del atomizado borreguismo. Ellos lo saben y desde otras
dimensiones, en espacios ya explorados, saben del valor de la coherencia y el
respeto a tus raíces, viniendo de lejos y aspirando a ir más lejos si los hados
lo deparan.
Sabía, sabía que ocurriría, y he sentido euforia por momentos
incontrolada, pero mis queridos alumnos al momento me han llamado al orden de
mi polifacética gestual, y siendo un instante, me ha llenado y me he sentido acompañado y consciente de lo que me juego cuando
expreso en esta realidad melillense, ”sui
generis”, especial, dejando los detalles para otra, puede que siendo
conveniente más en el tú a tú, sincero e intimista.
Hoy, he dejado en u segundo plano al Nobel Krugman con sus
vaticinios de corralito para este patio. Hoy he dejado a de Guindos pedir solo el SOS ante la
histórica escalada de nuestra obligada “prima
de tormentos” Hoy no he profundizado en la relación presunta del rey con
Nóss, me ha resbalado y no se alarmen en forma pasajera por efectos de otros
efluvios sentimentales y hasta Rato me ha parecido menos largo y de cercano recorrido cabalgando en el Consejo de
Repsol.
La fuerza de la respuesta, el sosiego, la razón, mi forme
deseo de seguir unidos, salvando obstáculos de parte y parte. Y es que nos ha
tocado protagonizar despedidas incomprendidas y abrazos de renovación. Yo,
amigos, me apunto
Pedro Gallardo,
Ciudadano
No hay comentarios:
Publicar un comentario