Venían de la asamblea, atravesando con dificultades la rambla
del Consuelo de la huerga. No había surgido la alternativa pues se mostraron en
exceso cándidos.
Maese Calderón se
mesaba la barba en la tasca del Bachiller Galisteo, observando por el ventanuco la llegada de Parreño, que
se cagaba en los santos ante el fracaso.
Una vez en la posada del camino en el andar, Gil sin sus
calzas verdes les recibió, dándoles ánimos, pues sería en oltra o en otra por
llegar, pasadas las amenazas y a olvidar de los infantes de Las Segovias, pues Diéguez mediaría y era de seguro más que
diez.
Y es que la heráldica a voleo de papeletas a reciclar o hacer humo, de momento no volatizan mis ideas
haciéndome valorar el apellido del gremio y del topónimo, de los santos y
fetiches de este cruce temporal de veredas y misterios despejados.
No, no pudieron desahuciar al Señor de Mico y Barragán ávido de comentarios de trovaduría y diabluras . Sus intereses y
amoríos con la reina pesaban tanto como los orígenes de cuna, tanto como las
cornamentas que la pleitesía y el servilismo escondían, pues, sépase que la
verdad verdadera, dolía y no era digna de figurines de tiempos por suerte,
pasados .
Los sentimientos y ofuscadas expresiones se fueron
desvaneciendo en la medida que el vino
de Tomelloso hacía de las suyas, no desmereciéndole en nada el requesón
de La Roda y ese pan de Guzmán de
Calatrava, horneado de derecho de momento en sus dominios. Eso, mientras la
lozana moza que le servía le diera
jarilla y verborrea al curilla confesor que refollaba maldiciendo posaderas que no colaboraban con sus
huevos y pepino.
Cierto es señores, que no me acuerdo del año del evento, de
semejante escena, pero juro por las barbas de Belzebú y mil diantres, que
ocurrió y
que no hacen falta crónicas que lo certifiquen pues uno
estuvo, dando fe no cristiano de lo acaecido. Lo papeles cierto es, se
perdieron, pues los efectos del vinati hicieron estragos en mis necesidades de
pasión, vicios y jodienda nada amarga. Y es que ella, la Dulcinea del lugar
estaba que te mueres, y a mí, me pudo la carne, reconociendo y no me pesa, mi
debilidad y de premio, los gustazos de
lascivia y el jalar que buen yantar.
He prometido volver,
tornar a la escena de aquello que me enamoró, dándole interpretación al porqué
me dejo llevar por las pasiones del barril y el morcón que te quitan el
sentío. Pero, ahora toca volver a esta dimensión que te dice, despierta raudo
Gallardo, que se comen los mejillones
del boá, que son las dos y no te esperan, que son fieras tapeando, que
no respetan orden ni lugar... y no me queda más que cerrar página, una más, un
momento de gozo.
Y es que es tan fácil
y agradecido, que pienso volver , si me dejas, retroceder y debutar, con el
permiso de mis hados y delfos, convidados a compartir pasiones terrenales que
te realizan. Un abracete para y por , sobre todo aquellos que no me comprenden,
pues es tiempo de paz , aquél que yo me concedo. ¿ Y ellos?, ¿ onde andarán?.
No puedo despedirme
sin decir que en mi Melilla corren aires de feudalismo y señorías, contrastando
con una plebe que reclama con hechos, menos palabras y limosneo e imagen,
derechos plenos de ciudadanía, y en ello estamos.
Pedro Gallardo, Ciudadano
No hay comentarios:
Publicar un comentario