miércoles, 23 de enero de 2013





¿Quiero realmente olvidar?

Acá y allá, allá y acá, hay  tres clases de gentes nos dice el uruguayo Benedetti, Don Mario, los que se matan trabajando, cumpliendo y añado yo, si lo tienen; los que deberían trabajar cuando lo tienen y compiten por el escaqueo, y los que se merecen y no tienen la oportunidad de trabajar, siendo para ello desdeñable la necesidad equivocada de matarse, pues   que matar ni a una mosca, si espantarla que al igual funciona. 

No existe gente que se gane el apelativo de “ ser buena ”, simplemente quien no lo es o siente, no lo es, siendo eso, simplemente gente, a veces ganadora del –uza, sin llegar a yakuzas,  por mucho que el imperio  los consiente o proteja, más  allá de las películas.

No , no quiero olvidar y por ello me coloco de fondo musical motivador el  “ amarantyne de mi musa  Enya  “ largo tempo olvidado, y creedlo, funciona. Tiempo a que mi amigo tolkiano sideral no me visita, puede que por entender que no lo necesito y, yo claro, generoso entiendo  de sus otras prioridades, pues el género humano necesita de sus sabios y nada corruptos consejillos, no sometidos a las rebajas de esta larga cuesta de Enero, que nos incita a ver lo poco de  que disponemos y lo mucho que ansiamos por puta cultura consumista.

Olvidar, aplazar, no priorizar, esconderse, no enfrentarse, no reconocer, no admitir, denostar, aparcar...sabiendo que este es un momento y que todo pasa, pero no haciéndose merecedor al olvido porque sí, pues puede haber otras razones.

Presto y nada abarazado, nada agriado, recuerdo mis amistades, mi afacimiento en castellano arcaico y recobrado, siguiendo con mis pensamientos en forma de asmamientos, simplemente porque así se le apetecen a mis compañones testiculares, ajenos a lo que piensen por no olvido mis neuronas nada hipotecadas, nada okupas, dicen cerebrales o de amplio encéfalo en las alturas, lejanas del celeste angelical de ángeles y querubines, hoy día pendientes de contrato a renovar, por fe a  recobrar o Dios sabe que.

Mis veridades, mis verdades, mis locuras y  desmanes los someto a juicio de quien quiera valorarlos, consiguiendo centres por segundos tu atención en este mortal de  seña y cuño por registrar.  Me niego a olvidar, me niego a olvidarme de tantos  ti   o nos, o aquellos por más lejanos. Me niego a desconocer o alargar en el tiempo pasado, los dóndes, porqués y los cuándos.

Y no me desvinculo porque no aparto el recuerdo y recobro  elevando al presente el olvido querido, a mi Luis Cernuda, preguntándome donde radica “ el olvido en cada uno de nos, o de vos, o de ellos ”, deseando le  destinemos un pequeño,  un pequeñito espacio interior y proyectable a sus  razones, desventuras  y pasiones logradas, frustradas o pendientes  de obras y logros mayores.
Cómo, cómo olvidar el poema de Mario, “ si dios fuera mujer”, la canción del olvido que hacía sonreír  desde su tristeza momentánea a mi madre María, cuando no tenía que darme lejos de amamantarme.

Y es que si dios fuera mujer, la abrazaríamos para alejarla y arrancarla  de su lontananza,  no habría que jurar hasta la muerte nos separe, en una dicha que no acepto, pues ellos se han trasladado a otras dimensiones los vuestros también, reservándoles el espacio interior que nos reconforta y hace dueños de sus querencias.

Y es que el olvido , admirado Khalid Gibram como bien me enseñaste y apliqué, es una forma de libertad, de liberarnos  por momentos, no renunciando a su llegada y protagonismo, según manden mis cánones  y controladas  perversiones de la ansiada  mejora que me hace huir de sombras nada provocadas por mi  aspiración a persona.

No olvido la arrogancia que de cuando en vez me seduce;  renuncio a la soberbia de momento desconocida y a visitar; reclamo más humanidad entre humanos que aspiren a serlo;  reniego de la avaricia capital o de duda teologal y a lujuria lujuriosa pidiendo caridad para mi y para otros; me aparto de la ira por impenitente aspirante a paciente  con exceso de paciencia; denosto la gula con  templanza, la envidia con caridad no consiguiéndolo por débil y macaco humanizado;  ser diligente por pereza pendiente de mi fuerza en el vivir, a veces deseada y limitada.

Y es contra toda opinión, admirado Duchamp, no son los pintores quienes hacen los cuadros de la vida, en marcha o despedida,  siendo los espectadores de privilegio quienes hacemos los cuadros, los interpretamos y los elevamos a subasta, quedándonos los que no podemos  patrimonizarlo a nuestra protección y dicha, con simples pero valiosas copias según y depende de a quien mostrarla.

Y consciente de mi titular, de mi “ quiero olvidar ”, decir que no,  que realmente no, que republicanamente  aspiro a plantearlo. Hoy por hoy, manda renunciar a ello, pues los olvidos nos hacen recordar tanto, que esos dóndes y cómos y cuándos, quieras o no forman parte y todo de tu ser  y de lo que queda, y así lo deseo en todos, por dar en este transcurso , en este  reconocer que  de nada vale la arrogancia de creer que “ los equivocados y a olvidar o hacer de nuevo debutar en este teatro, circo o   la vida, son  “  siendo tú y yo y también, el lechero, todo de  parte o parte de todo.

Right to be forgottren”, el derecho al olvido, el derecho a no reclamarlo, pues me lo he concedido, no recordando a  quienes a ello se oponían , en ese circunstancial olvido que nos libera de ver  tanta  ignonímia y fácil deambular, paradas y guisos de esta , ¡y es triste!, vida no repetida.

 No me olvides, no me silencies, pues solo aspiro a llegar a tu pupila y céntrate, con olor a café, a diario, en tu transcurrir sumando un nuevo día. Mi salud y aspirante compañía , mis olvidos recordados, mi renuncia a seguir... el punto que se acerca, mi  final  y despedida.

 Y es que hay mariposas muertas en lo sótanos de mi país, como en el tuyo, querido Víctor, argentinito de las aceras, de procesiones por contemplar, de un mundo por  cambiar.

 A Heredia, por su impulso e ilusión transmitida en este anochecer  ventoso de un enero que se hace inacabable.






PEDRO GALLARDO, CIUDADANO

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