sábado, 22 de septiembre de 2012





Hasta un próximo encuentro, mi querido Manolo

Te has ido este primer día de otoño, viviendo espléndidas primaveras. Lo esperábamos pero nunca uno se hace la idea hasta que llega el desenlace, la partida  hacia tu bien ganado cielo o la dimensión desconocida hecha a tu medida.

 Manuel Bartomeu, un currante, un melillense de pro, un buen padre, mejor persona a la que en estos momentos de tristeza le agradezco me baje a esta realidad   incompleta, a este suelo que pisamos y en el que tanto queda por hacer y con nuestras coincidencias y matices desde el afecto entrañable.

 Recuerdo tus anécdotas, tu amor por el hockey allá en los años de mi infancia, tu ida a buscarte el pan y la seguridad de tu casa a Valencia en duros talleres y fundiciones , a los Altos de Bilbao, a la Catalunya acogedora de tanta forzada diáspora. Como fuiste levantando y calmando tempestades, horas extras de sacrificio para, como tantos vivir con humildad, sencillez y dignidad.

Intento controlar mis emociones, mi decaimiento, mis lloros por momentos, queriendo seguir contemplando las estrellas, esas estrellas de los cielos melillenses, esas imágenes de arraigo y amor al mar, a esas playas y rocas del Hipódromo que tanto querías.
Hoy, ahora me siento un poquito más fuerte y dispuesto a seguir el trasiego, yo indomable, discordante añorando tu pausa y consejo, la de un cuñado, amigo y hermano, auténtico, ejemplar.

 No, no es fácil aceptarlo pues te has ido experimentado un deterioro acelerado, pues ese Alzheimer y enemigo Lewis para colmo, te han tocado en desgracia.

Hoy, en estos momentos en que tantos sufrimos  por la pérdida de seres tan queridos, una oda a la vida, un llanto  de despedida a la liberadora muerte, un deseo de encuentro con todo en lo que creíste. Desde aquí Manolo,  tu recuerdo cual llama que intentaremos se mantenga  encendida mientras tengamos constancia de ello, pues somos aves de paso y tenemos el vuelo temporalizado en un tiempo que será protagonista de nuestras evasiones y  eterna libertad.

 Algo hay tan evidente como la evidencia de la muerte, nuestra propia vida y mis gracias a Chaplin al que tanto admirabas. 

Hasta ese encuentro mi querido Manuel y que sepas mientras tanto que tu gente, tus amigos, tu familia  se honran ante un “ buen hombre, una gran persona ”. DEP, la vida sigue, la vida...



 Pedro Gallardo, Ciudadano  

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