La crisis de cerca,
nueve largos meses
“Siete magníficos que
son, fueron, serán”
Carlos es uno de
tantos Carlos . Lleva cinco años buscando curro y a sus veinticinco vive su
depre, refugiado en el alcohol insolidario y dañino de quienes sin acabar de
entenderlo se lo auspiciamos. Cuando abre la puerta de su intimidad, reconoces no le haces ningún
favor y ante su súplica casi de teatro
de autores anglos de mercaderes venecianos ,me sabe a hierba, hierba
liberadora de injusticias y roles impuestos, fenecidos, nada campechanos.
Aspira a salir no sabe cómo ni cuándo, pero espera…mientras el cuerpo y la
mente tocada aguante. Han pasado nueve meses, ha superado la dependencia del
alcohol, ahora depende mucho más de sí mismo aunque las circunstancias sigan
siendo un infierno en vivo.
Shak es un ilegal
ecuatoriano, sídico y en tratamiento a cortar y, aspira a morir en su
Quito de infantiles recuerdos pues las fronteras existen y aspira como el
viento a regresar para buscar su calma. Hoy malvive en la ciudad que le vio,
nacer. Me dicen que sigue luchando y me descubro de nuevo.
Ángela de setenta y siete años vive o malvive de una pensión
de viudedad que no le asegura sus deseos de no ser obligada anoréxica por
inanición. De vez en cuando pide y se
avergüenza de hacerlo y a pesar de todo cada día da gracias a un dios que
desconozco, por ofrecerle ver amaneceres y esperar una despedida con dignidad.
A mi regreso me comentan que hace un mes dejó de pedir y padecer, acompañada
como era su deseo de buenos amigos.
Lluís era comerciante, autónomo librero, hoy devorador de sus
historias, viviendo de un fondo de libros que se agota y un paro que se alarga
desilusionado, A sus cincuenta y cinco años aspira a “que salgamos de esta movida ” y a rehacer sus sueños lo que le alabo
y no dejo de reconocer. Me acaba de regalar una Enciclopedia Álvarez de segundo
grado de mis tiempos infantiles en Ataque seco, colegio sin igual,¡ mis
añorados inicios de los sesenta !. Hoy trabaja en su pisico encuadernando
libros como hizo en su juventud y sigue esperando, sigue…
Lina vende su cuerpo
no por vicio sino por necesidad compatible con su limpieza de escaleras de
comunidad. Es viuda y quiere no se le llame puta con desprecio, admirando a la
Magdalena de Jesús y apreciando a todo
aquél que la vea como humana. Yo así lo expreso y reconozco y mis deseos de
superar lacras y circunstancias de esta vida no tan nuestra. Ha dado a luz hace
semanas a una preciosa criatura que es su razón de vivir. Ya no se prostituye
me dice, de momento.
Marc es auxiliar de
farmacia circunstancial, Licenciado en Química en propiedad- Se le acaba el
contrato temporal con visos chungos de renovar. Tiene cada vez más claro
emigrar como sus bisabuelos al dorado o a
lugares donde realizarse a ser posible más allá de la existencia.
Prepara su viaje a Canadá y refuerza su inglés a marchas forzadas, ilusionado y
además acompañado de su pareja en esa aventura, nuevos horizontes.
Mi séptima magnífica
es Ariadna, una señora maestra jubilada de 74 años, aparcada por sus cuatro
hijos y doce nietos en una residencia de 1.600 euracos al mes. Ella está
resignadamente convencida de que molesta
y llora en silencio su final aspirando a no despedirse de este mundo, sola,
habiendo dado tanto. Me despido de ella con un abrazo filial sin serlo y deseo
verla el año próximo, lo deseo y así me
lo fijo.
Ayer que la visitaba no me conocía mostrando los males de un alzheimer
galopante.
Qué razón la de Maynard
Keynes cuando calificaba la permanencia de la irracionalidad en los mercados
que acababa con nuestras caducas solvencias. Ellos se pudren en privilegios
construidos sobre nuestras necesidades, no entienden del cortoplacismo en un
día a día que se convierte en drama, tragedia o epopeya para proyectos
truncados, para aislarse de que se llegue a anciano con necesidades
inmerecidas. Las leyes, ya lo poetizó Goethe, son poderosas pero más lo son las
situaciones de injusticia, aunque esos poderes se evadan ante gobiernos que
miran para otras direcciones.
Estos personajes no eran, no
son de cuento sin final. Estas realidades las tenemos al lado, en nuestras propias familias y amistades.
Bienaventurados los necesitados pues ellos serán resarcidos dicen mis hados y yo me pregunto,¿ y mientras tanto
?, viéndome impotente y necesitado de estos testimonios que me rebelan y aspiro
a compartir, aunque solo sea por minutos, solo por minutos…
Seguirán, siguen siendo mis “siete magníficos”, como tantos seres en mi caso, nada anónimos.
PEDRO GALLARDO.CIUDADANO
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