Lorenzo Lechuga, mi
querido camarada
“ han pasado dos años ”
Tus dieciséis correos remitidos en los
siete últimos meses previos a tu despedida son un tesoro del que nunca me
desprenderé, pues como bien me decías “nuestras
ideas y valores no cotizan en bolsa y son los responsables de nuestro
compromiso y apuesta por lo difícil en este mundo de mediocres e
instalados"
El primero me llegó un 28 de abril del
2.011 para mi sorpresa. En él te situabas como un seguidor y lector junto a tu ejemplar y maravillosa compañera y
esposa María Montoya, no creyéndomelo, pues yo sí que de referencias sabía de
tu ejemplo de lucha en nuestra querida Melilla, de tu largo y angosto periplo
clandestino hasta encontrar liberadas las cadenas de ese régimen que anuló y
sesgó tantas esperanzas de justicia y libertad. Me contabas en respuesta a un
artículo que tu padre te llevó con nueve años al Perelló a ver a Martínez
Barrios y canté leyéndote al unísono el “serenos y alegres, valientes y osados cantemos soldados el himno de la
libertad”.
No, no voy a seguir descontextualizando
el contenido de cada uno de ellos, por respeto profundo a confesiones,
reflexiones personales y complicidades que nos han unido para siempre, siendo
para este díscolo y controvertido opinante un privilegio y por siempre referente,
amigo Lorenzo. No voy a situar tu pensamiento joven, revolucionario e indignado
como el que más, tus ganas de vivir y lo mucho pendiente que te ha quedado por
hacer ,pues como bien me has hecho compartir “nuestras ideas, a pesar de nuestros tropezones, vivirán con nosotros”, y yo te digo que en lo que me quede de trayecto daré cumplida proyección
consciente de los obstáculos, no aceptando derrotas que fortalecen nuestro
sentido de vivir y levantando el puño cuando sea necesario, pese a quien pese.
Ya sabías, ya sabíais tú y los compañeros panaderos de tu lozanía, que en el
presente y en el futuro la lucha continuaría, que el obrero tenía y tiene más
necesidad de respeto y dignidad que de ese pan diario en esas noches de complicidad y sueños con cambiar el
mundo.
.
Con reiteración me has animado a seguir
escribiendo, a situarme en esta realidad de intereses pactados y sumisiones
voluntarias que rechazo. Me has animado magistralmente, como un padre recordado
a veces, a no decaer y a levantarnos, a que siguiera despertando vuestras
inquietudes y memoria, porque os sentísteis rejuvenecidos por
instantes y ello ha sido mi mayor gozo, mi amistad y
vuestro cariño por siempre.
Fuiste muy consciente de que el poder
político, hoy secuestrado por la Economía, se agachaba ante el oprobio de
segmentar y anular nuestro sentimiento
de clase. Y es que los desposeídos, apreciado Lorenzo, como decía Marx,
tenemos más razón que nunca y que en el ayer para seguir aspirando a un mundo
mejor, un mundo por construir y donde la memoria vuelva a sonreír superando el
olvido y la derrota, tribulando tus
historias, tus pasiones.
No puedo saltarme, no puedo obviar
después de releídos tus escritos de respuesta a artículos que os motivaron, tu,
vuestra apuesta y confianza en la juventud, los que tienen en sus manos y
mentes convertir en cercana la utopía de un mundo mejor y a semejanza de los
comprometidos y superadores de parias, hartos y faltos, dualidad o trilogía a
superar. No puedo dejar de reconocer tu vitalidad en su momento e indignación
controlada, experiencia y extraordinaria humanidad. Melilla, nuestra tierra,
nuestra gente es un tesoro, su pluralidad que considerabas esencial, nuestra
base para una convivencia que ha de acercar e igualar necesidades, donde la
libertad rompa con ataduras de inconsciencia y servidumbre, ¡ cuánto de bueno,
cuánto de grande, camarada, amigo !
No queda tan lejos ese escrito tuyo, en ese
primero de Mayo del 2.010 donde
sentenciabas que nos “quieren arrebatar nuestra principal virtud, la solidaridad. Tú sí que le has dado a esta
vida, a tú compromiso valores, plenitud, irradiándolo, sembrando, contagiando
rebeldía , cercanía, respeto y
humanidad.
Vuelvo a confesar y situarte una promesa incumplida que me pesa. Nos
conocimos sin vernos presencialmente, deseándonos un encuentro pendiente que no
se produjo por tu cambio de dimensión que no distancia. Cuando vea y así espero a año pasado, a tu compañera María y a tu hijo Antonio Lorenzo, mi abrazo lo será redoblado y
te sentiré más cerca realizando mi débito emocional que me embarga en estos
momentos de pantalla, renovando mi aprecio y mi recuerdo.
A
Sandra, vuestra sobrina expresarle que ayer retomé de nuevo y me emocioné sobremanera al leer “Después
de lo pasado, vivencias de los actuales días”, que es y ha sido un ejemplar
conquistador y aleccionador de conciencias, que lo vivido para orgullo nuestro
alumbrará nuestras identidades, que Lorenzo permanece más allá de este trance,
que no hay ni habrá quien apague su llama.
Yo no me resigno al olvido y deseo próximos encuentros, otros abriles republicanos, otros cantos a la
libertad. Lo sembrado y caminado…
Algún día Pedro, te dejaré el
libro “Casas Viejas del crimen a la
esperanza”…seguiré añorando ese encuentro. Pero, no esperé leído y bien
reflexionado está, compañero.
Lorenzo, no dudes seguiré dando
cuerpo a lo que alimenta nuestro sentido y apuesta, un honor haberte
compartido, mi sentido abrazo, mi reconocimiento, pasados dos años, un bienio de tu
marcha física que no conciencia y gallardía.
Pedro Gallardo, Ciudadano
(Reactualizado 2.013)
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